14 de Febrero. Segunda parte: Zona de Morichalito
Eran las 10,30 de la mañana, había que partir con urgencia para Morichalito para poder cumplir con el programa previsto para la tarde. Morichalito es sede de la parroquia “Ntra. Sra. del Carmen y del Valle” 186 km. de distancia desde Caicara, cuyo párroco es el P. Manolo, que la atiende sobre todo los sábados y los domingos. Íbamos en dos carros, Mons. Medardo manejaba el suyo y tenía como acompañante a D. Jesús y a su hermana Ana María, Manolo manejaba el Toyota de la Misión y lo acompañaba Alexi el diácono, el P. Antonio Collado se quedó en Caicara para saludar a sus amigos enfermos que visitaba cuando él era párroco de Caicara; nos quedaban dos horas para llegar a nuestro destino, la carretera no está muy buena, pero disfrutamos de los paisajes del camino, a pesar de que es la época más seca del año. Se contemplan saltos de aguas,
bellas sabanas,
montañas y morichales,
de ese modo, el tiempo no se nos hizo muy largo y así llegamos a Morichalito, pueblo que tiene unos 22 años de vida, nacido a raíz de la avalancha de personas y familias que llegaron buscando trabajo en las minas de bauxita y no podían vivir dentro del campamento.
Nos fuimos directo a la Escuela Multiétnica Fe y Alegría “Carmen Sallés”, que atienden las Hermanas Concepcionistas de la Enseñanza.
En la “churuata comunitaria” fuimos recibidos con gran emoción y simpatía por Yamilet Infantes, directora de esta unidad educativa, que dio la bienvenida de una manera especial al arzobispo Mons. Medardo y a Mons. Catalá, quien visitaba por primera vez este territorio.
El maestro indígena Daniel González, de la etnia “piaroa”, da también la bienvenida a los prelados y hace una breve reseña histórica sobre su etnia “piaroa” asentada ancestralmente en este territorio.
A continuación, alumnos de la etnia “hivi” llegaban al recinto con sus indumentarias típicas,
para danzar en honor de los ilustres visitantes.
Después fueron agasajados con la imposición de collares de semillas naturales,
y en nombre de los alumnos y de toda la institución les regalaron diplomas de agradecimiento con bellos paisajes y motivos del lugar, dibujados a mano por ellos mismos.
Fuimos al comedor y nos brindaron la misma y sabrosa comida que a los alumnos de la escuela, aunque tuvimos el privilegio de no hacer cola para retirarla como hacen ellos.
Después de almorzar fuimos a la Iglesia parroquial “Ntra. Sra. del Valle”, oramos un momento, y pasamos a la casa parroquial para descansar, aunque no nos dio tiempo porque ya era hora de salir a visitar algunas comunidades indígenas de la zona, tampoco nos dio tiempo de asearnos bien, en ese momento no había agua en la casa y había que esperar para llenar el tanque desde el pozo (en este pueblo aún no hay red de agua corriente que llegue a las casas, tampoco red de alcantarillado, hay que hacer aljibes y pozos sépticos).
Siguiendo el carro de las Hermanas Concepcionistas llegamos a la comunidad indígena “hivi” de Chaparralito, a varios kilómetros de Morichalito,
Donde viven familias extremadamente pobres,
De ahí pasamos a La Lajita, otra comunidad “hivi” cercana, también con problemas de desnutrición.
Fuimos a estas comunidades a llevarles bolsas de comida y alimentos para los niños, es una tarea que periódicamente realizan las hermanas con ayudas voluntarias, en este caso con ayuda de nuestra Misión; ellas han fundado, construido y mantenido 10 guarderías en zonas indígenas muy necesitadas de todo, actualmente los Servicios Sociales del Ministerio de la Familia del que dependen estas guarderías llevan cuatro meses que no han enviado los alimentos que por derecho les corresponden, situación que hace mella en la salud de los niños y clama al cielo.
De allí, salimos hacia la comunidad de Ekunay, querían agradecer la presencia de los obispos en la comunidad Hivi, y prepararon una pequeña fiesta en su honor en la guardería de esta comunidad.
Antes de entrar se acercó a conversar con nosotros David, uno de sus capitanes, nos contó brevemente la problemática y necesidades de su comunidad a nivel material, moral y religioso.
Una vez dentro, dio la bienvenida en nombre de las comunidades “hivi” y explicó en lengua a su comunidad el significado de esta visita y la alegría de tenerlos allí, por eso danzaron unos minutos en su honor, comenzando los hombres y luego, poco a poco se fueron incorporando mujeres al coro de la danza, como hacen en sus ritos matrimoniales, de imposición de guayuco y en sus ritos funerarios, aunque en estas ocasiones duran toda la noche. Al final tomaron el tradicional “guarapo de caña”.
Al despedirse, como muestra de amistad y agradecimiento les ofrecieron varios regalos de artesanía, a D. Jesús un chinchorrito de moriche,
a Mons. Medardo un sombrero de tiras de junco,
y después de estos detalles solicitaron la bendición que gustosamente D. Jesús les dio.
De aquí pasamos a la comunidad de “Las Piñas”, donde conviven dos grupos étnicos minoritarios: “piapocos” y “curripacos”
Juan Pabloo, miembro de esta comunidad, expresó ligeramente a D. Jesús la problemática de estas familias y sus proyectos para mejorar la calidad de vida de su comunidad, también la necesidad y la orientación para recibir ayudas encaminadas a este fin, pues nadie les tiende la mano, sólo promesas cuando se acercan las elecciones.
De aquí pasamos a otra realidad muy distinta a pocos kilómetros,- estamos en la tierra de los contrastes-, nos dirigimos al Campamento Bauxilúm, lo que llaman “La Empresa”, en la Iglesia fuimos recibidos por los niños de la Escuela Pública “Bauxiven” que están en catequesis (gracias a Dios existen muy buenas relaciones entre esta institución y la parroquia), también por las catequistas, por sus padres y representantes que llenaban el templo.
Fue un acto sencillo, donde se leyó y proclamó la Parábola del Sembrador,
que sirvió de base para los comentarios y orientaciones de los obispos a la comunidad de fieles allí presente.
Hubo tiempo y espacio para que un niño de la catequesis explicara a D. Jesús y a todos los presentes la reseña histórica sobre la empresa Bauxilúm en esta “Tierra de Encuentro”, -que da vida a todos los trabajadores de esta empresa, 1.100 empleados de forma directa y muchos más de manera indirecta- , y dio a conocer el proceso de transformación de la bauxita, desde su extracción en la montaña, puesta en planta, transporte férreo y fluvial, hasta convertirse en aluminio en la Siderurgia de Puerto Ordaz, a más de 600 km. de distancia.
Un matrimonio, en nombre de la comunidad, dirigió y leyó una carta firmada por numerosos fieles, donde exponían las urgentes necesidades religiosas y sacerdotales de la comunidad, fue muy aplaudida la lectura de esta carta por parte de los fieles.
Las catequistas se dieron a conocer y presentaron a sus grupos,
y al terminar nos brindaron en la casa parroquial una meriendita con jugos sabrosos que nos vino de maravilla para la hidratación y reposición de sales minerales.
Antes de retirarnos, nos rogaron encarecidamente desde el Hospital de Bauxilúm, que pasaran los obispos para bendecir el Hospital de Bauxilúm, a sus personal y rogaran a Papá Dios por los enfermos. Así lo hicieron.
Salimos del Campamento y nos dirigimos a Morichalito, donde fieles de esta comunidad y representantes de otras comunidades de la zona que forman parte de esta extensa parroquia, nos esperaban para la celebración de la Eucaristía.
Después de una hermosa monición a cargo del lector y acólito Julio Castro, se inició la Eucaristía en este templo dedicado a la Virgen del Valle, donde reinaba un ambiente muy fervoroso y emotivo que contagiaba sana alegría en los participantes.
La Palabra de Dios, muy bien proclamada, fue atentamente escuchada por los fieles
en esta celebración que presidió el arzobispo, Mons. Medardo Luzardo, quien dirigió una bella y sentida homilía, que nos llegó a todos, animándonos principalmente a vivir una auténtica vida cristiana, trabajando sin descanso por esta Iglesia tan necesitada, y a poner todo nuestro esfuerzo con la ayuda del Señor para poder llegar algún día a ser una Iglesia que pueda también enviar misioneros a otros pueblos necesitados , como hoy sigue haciéndolo la Iglesia de Málaga con nosotros.
D. Jesús, invitado por el Sr. Arzobispo, dirigió unas palabras a la comunidad llena de sencillez y sabiduría, resaltando el agradecimiento de la Iglesia de Málaga por el apoyo, respaldo y cariño que tanto la Arquidiócesis como esta comunidad en concreto le brindan a las personas que han servido y siguen sirviéndola sacerdotalmente.
Muy participativa estuvo la celebración eucarística, donde se tuvo presente a todas las comunidades allí representadas en el reparto de tareas y ministerios. Los jóvenes también fueron partícipes y protagonistas en esta celebración, animaron los cantos, seguidos con entusiasmo por toda la asamblea, e hicieron la oración de los fieles que prepararon muy bien.
Al final de la Misa el P. Manolo presentó a D. Jesús las diversas nacionalidades allí representadas, (después de la venezolana, las más significativas son la colombiana y la peruana), también a las comunidades de la zona que pudieron hacerse presente ese día: Pijiguaos, El Potrero, Las Flores, Bauxilúm, Bizcochuelo, Maniapure, etc. faltaron algunas por problemas con el transporte.
Algunos representantes dirigieron unas palabras de bienvenida y agradecimiento a nuestros obispos, contando con brevedad de donde venían y cuáles eran sus necesidades;
Algunos llegaron de cerca como manifestó Amelia, la representante de Pijiguaos, tan sólo a 14 km. , otros venían de lejos, de la población de La Urbana, a 120 km., donde la mitad de la carretera no está asfaltada y tiene muchos huecos, se levantaron a las 3 de la mañana y tuvieron que agarrar dos autobuses para estar presente en el acto; en cuanto terminó la celebración se regresaron de nuevo a su pueblo en un camión que trasporta ganado, llegando de madrugada. D. Jesús saludó emotivamente a algunos de estos representantes y en ellos a toda la comunidad: Sra. Vixoilia, que recordó a los sacerdotes malagueños que pasaron por la comunidad y la necesidad de contar actualmente con más presencia de ellos; Sra. Norma-Sr. Yayo, quienes desde hace muchos años cuidan de la Iglesia, la casa parroquial y atienden al sacerdote cuando pasa por la comunidad.
Después de la Misa hubo un compartir fraterno con el que culminamos esta hermosa jornada, muy bien preparado por los organizadores, no faltó de nada, a pesar de acudir tanta gente, más bien sobró, y hasta hubo personas que llevó también a casa. El P. Manolo, acompañado del diácono, tuvo que trasladar a su pueblo a las personas que habían venido desde El Potrero, a 40 km. de Morichalito, pues se habían quedado sin transporte y la mayoría tenían clases o trabajos al día siguiente. Cuando regresaron, los obispos ya estaban en los “brazos de Morfeo”, lógico por el día tan intenso y a la vez fructífero, ellos hicieron lo mismo, al día siguiente, había que regresar de nuevo a Caicara y proseguir la visita en la tarde hasta Santa Rosalía a 255 km. de este lugar.
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