Si como dijo Juan Pablo II: “Se es misionero ante todo por lo que se es, antes de serlo por lo que se dice y por lo que se hace”, el padre Juan López Albanés ha sido misionero, en Venezuela, casi toda su vida sacerdotal.
Y si la Diócesis de Málaga, a pesar de no andar sobrada de clero, lleva adelante ese gran don que el Espíritu le ha dado, la misión ad gentes, el sacerdote que más años ha permanecido en primera línea de esta tarea pastoral ha sido el padre Juan.
Juan se ordena de sacerdote en el Congreso Eucarístico de Barcelona en 1952, y a las pocas semanas es nombrado párroco de Comares. Trabaja con entusiasmo en su primera parroquia, y, cuando sólo lleva un curso, don Ángel Herrera le llama a palacio. Él mismo nos ha contado la entrevista.
“En el año 1955 el Cardenal Herrera Oria, que estaba enfermo en su pieza en el palacio episcopal de Málaga, me llamó para hablar conmigo. Me atendió acostado y me dijo que fuera a Madrid para hacer el curso de la OCSHA porque quería mandarme a Venezuela junto con Alfonso Rosales Trujillo, a la Diócesis de Cumaná, ya que Mons. Mata Cova le había pedido dos sacerdotes para que se hicieran cargo del Seminario de Cumaná. El diálogo fue muy curioso, porque el Cardenal me dijo:
-Juan, vas de rector al Seminario de Cumaná.
Y yo le dije:
-Eminencia, ¿dónde queda Cumaná?
Y él me contestó:
-En Venezuela.
Desde la época del Seminario me enseñaron a obedecer, y accedí complacido”.
Desde la época del Seminario me enseñaron a obedecer y accedí complacido, he ahí una nota de su talante sacerdotal.
Los primeros tiempos en Cumaná no fueron fáciles, entre otras cosas porque tuvieron que edificar el seminario física, espiritual y escolarmente. Para mejor lograrlo Juan tuvo que ponerse a estudiar y sacar el bachillerato y el magisterio venezolano. Lo hizo y fue el primer director del Liceo San José, nombre con el que inscribieron al Seminario en el Ministerio de Educación.
El año 1957, en la apertura de curso del Seminario de Málaga, don Ángel Herrera habló de la gran labor que estaban realizando nuestros sacerdotes en Cumaná y comentó la carta que había recibido de don Juan López Albanés en la que, entre otras cosas, le hablaba de la visita realizada a dicho centro por el Nuncio de su Santidad en Venezuela y la magnífica impresión que le había producido.
Después de 10 años de trabajo al frente del Seminario el obispo de Cumaná quiere que sea el primer párroco de la recién creada parroquia del Sagrado Corazón con sede en la Catedral de Cumaná. Y Juan obedece.
El 22 de julio de 1964 Don Emilio Benavent, obispo auxiliar de Málaga, va a Venezuela a visitar a los sacerdotes que allí trabajan, pues Málaga, tan generosa como siempre, tiene por esa fecha más de 10 sacerdotes repartidos en varias diócesis de Venezuela. A la vuelta de su visita escribe su impresión de cada uno de ellos. Del padre Juan dice que “actualmente tiene entre manos la construcción de una escuela profesional enclavada en uno de los barrios más humildes de su feligresía.” En Cumaná, además de Director del Seminario Diocesano es nombrado Juez Prosinodal, profesor de la Escuela Normal, Vicario General de la Diócesis, y párroco de la Catedral.
En 1966, el nuevo obispo de la diócesis, D. Mariano José Parra León, nombra al padre Juan párroco de Santa Catalina y capellán militar de la Comandancia de Marina en la ciudad de Carúpano. El padre Juan obedece. Marcha a Carúpano y funda allí la “Escuela Santa Catalina”, para niños pobres.
Siendo párroco en Carúpano, el obispo de Málaga D. Ángel Suquía fue a visitar a los sacerdotes que trabajaban en Venezuela. De aquellas fechas tenemos un testimonio de D. José García Rosado que acompañó a D. Ángel, y que dice:
“Carúpano es un pueblo grande, con 80.000 habitantes y puerto de mar. Don Juan López Albanés es párroco de Santa Catalina con 40.000 feligreses. Lleno de alegría y optimismo recibe a su Obispo de Málaga. Le habla de sus obras apostólicas en la parroquia, de sus alegrías, de la bondad y espíritu religioso de los carupaneros. Después le acompaña a las zonas de expansión de la feligresía. Visitan la Comandancia de Marina, de donde él es capellán. La participación en la Misa de la tarde fue extraordinaria: más de mil fieles. Terminada la Misa la gente saluda cariñosamente al señor Obispo.”
En Carúpano celebra el padre Juan sus Bodas de Plata Sacerdotales. Y porque el pueblo venezolano es agradecido, el Concejo Municipal del Distrito Bermúdez le confiere la Orden José Francisco Bermúdez.
Poco después el padre Juan pasa a la Diócesis de Ciudad Bolívar donde es nombrado Rector del Seminario Arquidiocesano y Delegado de Vocaciones.
De Ciudad Bolívar, por ser capellán del Ejército, tiene que saltar a la Diócesis de Maturín y allí, durante trece años, es párroco de Caripito y capellán de la brigada de Cazadores con el grado de Teniente Coronel.
El 24 de Mayo de 1986, Juan Pablo II le concede el título de Capellán de Honor de su Santidad.
El padre Juan debe dar todavía un nuevo salto, y de Caripito pasa a la capital, Maturín, donde se le nombra párroco de la Santa Cruz. Allí crea un dispensario público en el que los médicos de la ciudad atienden gratuitamente a todos los pobres. En 1998 se le concede el título de Prelado de Honor y en el 2002 el de Protonotario de su Santidad.
Cuando el padre Juan cumple 50 años de sacerdocio, EL ORIENTAL, periódico de Maturín, publica esta noticia:
“Monseñor López Albanés celebra bodas de oro sacerdotales, por ese motivo se le concederá la orden “Andrés Eloy Blanco” y la alcaldía le impondrá la orden “Ciudad de Maturín.”
Al día siguiente, en la parroquia del padre Juan y en presencia del arzobispo de Cumaná, del obispo emérito de Maturín, de D. Amalio Horrillo representando a la Diócesis de Málaga, del Presidente del Consejo Legislativo de Monagas, del alcalde de la ciudad y con un templo abarrotado de feligreses, se le impusieron dichas condecoraciones.
El padre Juan, sumamente emocionado, dijo: “Me siento chiquitito por tantas atenciones, esto me motivará aún más a seguir llevando la paz a todos los hogares.”
El 28 de mayo, en la prensa local, Mons. Antonio José Ramírez Salaverría, obispo emérito de Maturín, publica un bello artículo que concluye con estas palabras:
“Ad multos annos, padre Juan. Que el Señor, por quien tanto has trabajado en tus dos Andalucías, la virgencita del Valle y San José, te sigan bendiciendo. ¡No te canses de ser bueno.! Afectísimo hermano en Cristo.”
Y el padre Juan ha permanecido fiel a su misión, hasta este 6 de noviembre, mes de los santos y los difuntos, en el que ha tenido que dar su definitivo adsum ante Dios.
En el cielo se habrá reunido con su hermano gemelo Antonio y con D. José López García y Dña. María Albanés Alcalde, sus padres. Aquí, su hermana María, sobrinos y nosotros, quedamos sabiendo que en el seno del Padre tenemos un nuevo intercesor.
Lorenzo Orellana
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