Este párrafo del número veintiocho de la encíclica “Deus caritas est” creemos los misioneros, que lo ejercen los Obispos de Venezuela, con prudencia y responsabilidad. Ponemos su última exhortación pastoral, en la que dan una visión de la actual realidad del pais, que puede ayudar a comprender el ambiente en el que trabajamos actualmente.
EXHORTACIÓN PASTORAL “SER LUZ DEL MUNDO Y SAL DE
I. Abrirnos a la esperanza
1. Al comenzar el año 2006, los Arzobispos y Obispos de Venezuela, reunidos en la octogésimo quinta Asamblea Plenaria Ordinaria de nuestra Conferencia Episcopal, saludamos con gozo y esperanza a todos los fieles católicos y a todos los venezolanos y residentes en el país.
2. Estamos en el amanecer de un nuevo año. Con la confianza puesta en Dios les anunciamos que
3. Con fraterno regocijo queremos acompañar a
II. La realidad del país interpela nuestro ministerio pastoral
4. Dirigimos nuestro pensamiento y nuestra mirada de pastores a Dios Padre y a su Hijo Jesucristo, Redentor nuestro, en quien tenemos puesta nuestra esperanza, y a nuestro pueblo, objeto de nuestras preocupaciones y desvelos. La situación del país nos preocupa e interpela por la magnitud de sus problemas. Ante todo, la incertidumbre de su destino democrático por los problemas políticos. El acto electoral del pasado 4 de diciembre, signado por un alto porcentaje de abstención, que tuvo como consecuencia inmediata la conformación de la nueva Asamblea Nacional con una sola orientación política básica, crea una situación político-social inédita en los anales de nuestra historia republicana, y generadora de graves inquietudes. No menos preocupantes resultan también la manifiesta sospecha de una amplia y profunda corrupción a nivel interno, en diversas áreas, y las dispendiosas “solidaridades” externas, el deterioro de las instituciones, con la consiguiente y generalizada desconfianza hacia ellas, la disminución de la calidad de vida por el aumento acelerado de la pobreza y de la inseguridad. Además, el acoso y hasta represión policíaco-judicial por motivos razonablemente considerados como políticos, así como la violación de los derechos humanos personales y grupales, la discriminación también política y la penalización – o su amenaza – de actividades normales y reclamos justos, configuran un angustioso cuadro social. La imagen que hoy por hoy sintetiza muchas imprevisiones, omisiones, manipulaciones y distorsiones, es el colapso de diversas obras de la infraestructura vial, habitacional, sanitaria y educativa a lo largo y ancho del país. Por otra parte, los obispos valoramos la importancia que dan las autoridades públicas a determinados aspectos, vitales para el desarrollo armónico del país, a través de los diversos programas de alfabetización, educación y atención sanitaria. Los programas sociales son ciertamente respuestas parciales a los efectos de la pobreza y las enfermedades, pero no se ha puesto mayor énfasis en hacer que desaparezcan las causas de estos fenómenos, como son la inestabilidad del empleo, la pérdida del poder adquisitivo de la moneda, la mentalidad rentista que aumenta por el creciente populismo y clientelismo, y la poca valoración del trabajo.
5. Desde nuestra misión de pastores, discípulos de Jesús, el Buen Pastor, nos parece lo más sensato y, al mismo tiempo, urgente, tener clara conciencia de que las vías de solución a nuestros problemas solamente las podemos descubrir o construir entre los venezolanos. Por ello consideramos que si todos, con diferente grado de responsabilidad, somos parte de los problemas, debemos ser, de la misma manera, parte de la solución. No debe continuar el enfrentamiento entre hermanos y la abierta preferencia del gobierno por los que apoyan su opción. Nadie debe ser excluido ni quedarse indiferente por tener una ideología distinta. Todos nos necesitamos y todos podemos aportar. Ni la lamentación ni la crítica son suficientes. Por el contrario, es indispensable construir un proyecto integral de país (con todos y para todos), y planes parciales con los cuales responder, de modo orgánico, sistemático, creativo y coherente, a las necesidades del pueblo. Invitamos a todos los grupos políticos y económicos a anteponer los intereses generales de la población a sus intereses grupales. Sin conciencia de los deberes y derechos ciudadanos no se logra el bien común; sin su ejercicio libre, justo y solidario, no se puede experimentar la reconciliación, ni vivir en paz y democracia.
6. En lugar de la polarización y exclusión necesitamos una progresiva cohesión de los ciudadanos en planes y programas, aun pequeños o modestos, que nos integren y asocien en la búsqueda del mejoramiento de la realidad concreta en que vivimos. Los profesionales de la política y el resto de la ciudadanía, los empresarios y los obreros, los profesores y los estudiantes, los ministros sagrados y los fieles laicos debemos comprometernos por imperativo de la conciencia a colaborar estrechamente en la solución de los problemas o conflictos que se presentan a diario en todos los órdenes de la vida.
III. Testigos del amor
7. Llamamos a todos los hermanos en la fe para que asuman como cosa propia el espíritu y la letra de los documentos del Concilio Plenario de Venezuela. El Concilio fue pensado como un proyecto de gran aliento, con el cual
9. Junto con los sacerdotes, nuestros hermanos en el ministerio o servicio pastoral, y las personas consagradas, seguiremos acompañando a nuestro pueblo, de modo preferente a los más pobres y necesitados, a los enfermos y encarcelados, comunicándoles la fuerza y la esperanza del mensaje central del Evangelio: el amor que Dios Padre nos tiene como a sus hijos y el amor que como hermanos tiene que distinguirnos (Cf. Jn 15, 17; 1 Jn 4, 7). Queremos profundizar el trabajo evangelizador mediante el anuncio misionero del Evangelio y una catequesis entendida y asumida como auténtico proceso de formación cristiana. Además de los itinerarios catequísticos que estamos poniendo en práctica en Venezuela, contamos en este momento con dos nuevos instrumentos de evangelización: el Compendio del Catecismo de
10. En este contexto de profetismo, renovación y compromiso se está preparando el VI Congreso Nacional de Laicos para el próximo mes de febrero. Este acontecimiento será, Dios mediante, un nuevo impulso para los laicos venezolanos en su propósito de ser “protagonistas de la nueva evangelización” y constructores de la sociedad por su testimonio y acción coherentes y eficaces en el ámbito de la vida familiar, profesional y pública.
IV. Conclusión
12.
13. Estas metas y propósitos que hemos expuesto, compartiéndolos con nuestros hermanos en la fe y con todos los hombres y mujeres a quienes Dios ama, los ponemos en manos de Jesucristo, Buen Pastor, y de su Santísima Madre,
14. Con nuestra bendición, y los mejores votos por un año lleno de satisfacciones, gracia de Dios y paz.
Los Arzobispos y Obispos de Venezuela
Caracas, 11 de enero de 2006
Tomado de www.cev.org.ve
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