El joven Medardo estudió en los seminarios de Maracaibo y Santa Marta en Colombia. En 1958 regresa a Maracaibo. La sede estaba vacante por la muerte de Mons. Marcos Sergio Godoy y estaba regida por el joven obispo auxiliar José Alí Lebrún quien decidió no ordenarlo por la edad y que el nuevo obispo decidiera. Mientras tanto lo mantuvo a su lado para que le sirviera de Secretario y organizara el archivo diocesano. Después de un breve curso en Bogotá con el P. Houtart, sociólogo, lo ayudó a recoger datos sobre la Iglesia en Venezuela, lo que le sirvió de conocimiento directo de la geografía física y espiritual de nuestra patria.
Ordenado sacerdote en su pueblo natal el 6 de enero de 1960 por el obispo de Maracaibo, Mons. Rafael Pulido Méndez, prosiguió estudios en Bélgica durante un bienio. Después de breve pasantía por varias parroquias Mons. Domingo Roa Pérez, sucesor de Mons. Pulido, lo nombró Vicario General a tiempo completo. Fue una excelente escuela de espiritualidad, disciplina, amor a la Iglesia y preocupación por los pobres.
Fue consagrado obispo por el Cardenal José Humberto Quintero en la catedral de Maracaibo el 25 de julio de 1972. Es actualmente el decano de los obispos activos. Le tocó darle forma a la diócesis de San Carlos, desprendida de la de Valencia. Meticuloso y ordenado, además de la atención pastoral tuvo una particular preocupación por dar a conocer las raíces de la nueva circunscripción. El boletín diocesano, Futuro, es un arsenal de datos útiles para la vida espiritual de los llanos de Cojedes.
Siete años más tarde, en 1979, Juan Pablo II le confió las riendas de otra nueva diócesis en la pujante zona del hierro guayanés. En la nueva Ciudad Guayana con el despertar industrial se echaron las bases de una compleja y exigente diócesis. Los siete años transcurridos al frente de la misma dejaron honda huella. Le tocó recibir al Papa en aquellas memorables jornadas de enero de 1985.
Desde julio de 1986 es arzobispo de Ciudad Bolívar, una de las diócesis de mayor territorio del país. Hay que combinar la vida citadina criolla con las lejanas comunidades indígenas de varias etnias dispersas en la selva guayanesa.
Hombre fino, culto, metódico, excelente amigo y testimonio vivo de sacerdote entregado y fiel. En las asambleas episcopales sus intervenciones son parcas, agudas y originales. Su jubileo sacerdotal coincide con el decretado por el Papa en la senda del Cura de Ars. Feliz coincidencia y gratificante ejemplo. ¡Ad multos annos!
Mons. Baltazar Enrique Porras Cardozo. Arzobispo de Mérida (Venezuela)