28 octubre 2008

Una linda manera de empezar


Quizás esta frase expresa lo que ha significado la experiencia vivida en tierras venezolanas este pasado verano. Realmente fue una aventura loca, pero apasionante. El dia 6 de julio me ordene sacerdote en la Parroquia del Buen Pastor en Zaragoza (España), y el dia 9 del mismo mes, partía hacia Venezuela, llevando en las maletas y en el corazón la ilusión, emotividad y gozo muy a flor de piel, por lo vivido los días anteriores: nada más y nada menos que decirle a Dios que “SI”, que quiero conocerle mejor, que quiero seguir aprendiendo de su forma de amar, que quiero aprender a seguirle y ser discípulo suyo, que quiero en definitiva, vivir una historia con él, para él y en él. ¡Qué locura!
Y así fue: el día 10 de julio ya pisaba las tierras de Ciudad Bolívar, sin saber con lo que me iba a encontrar: ¿qué sería de las personas con las que me había encontrado 2 años antes en una experiencia similar? ¿Habrían cambiado mucho las cosas desde que me fui? ¿Cómo sería el reencuentro? Hay experiencias en la vida que nos configuran y de qué manera, y curiosamente, no porque sean largas en el tiempo, sino porque se viven a fondo, porque se viven de verdad, desprotegiéndote y dejándote afectar por dentro por lo que vives, ves, miras, oyes, escuchas, acaricias…
Este verano estuve 3 semanas en Ciudad Bolívar poniéndome al servicio y a la disponibilidad de los Padres Operarios del Seminario Jesús El Buen Pastor, era una buena manera de que yo no eligiera donde ir, sino que la realidad y el mismo Dios me llevarán de la mano. Visitar las diferentes parroquias, celebrar las fiestas patronales de las comunidades indígenas de Kamurika, Tres moriches…graduaciones en Moitako, visitas continuadas a Hogares Crea donde conocí a personas entrañables, con un corazón sufriente y agradecido, una Convivencia de jóvenes del MTA, algún que otro entierro…fueron y de qué manera configurando mi corazón en las tres primeras semanas que vivía como “Padre”. La primera experiencia de confesión que tuve fue abrumadora, nada más y nada menos que unas 40 personas de golpe: jajajajaja. No está mal, algún amigo bromeaba y me decía que en Venezuela había hecho un “masters”.
Después otras 3 semanas las dediqué a la Escuela de Evangelización de Caicara, donde Dios me tenía guardada muchas sorpresitas. Yo iba con las expectativas de encontrarme con los que hacía 2 años había compartido algo de mi vida, y sin embargo, descubrí que Dios me regalaba personas nuevas, y además me permitía consolidar las relaciones antiguas que habían sido verdaderas. La inagotable sed de Dios, la pasión por las cosas de Dios, la entrañable acogida y el cariño de la gente, la intimidad de las conversaciones tú a tú, lo que Dios me enseñó del misterio del amor, vivir en la comunidad de Padres de Málaga con Antonio, Juande y Manolo, ver a los laicos sintiéndose rocas y piedras vivas de la Iglesia…son experiencias que me han revolucionado por dentro, y me han hecho revivar la llama de la fe. Aprendí tanto de aquellas gentes: muchos nombres y rostros concretos que me ayudan y me motivan a seguir luchando por un mundo mejor.
La última semana estuve en un Campamento de jóvenes en Morichalito. Impresionante. Tuve la suerte de conocer de cerca el corazón joven venezolano, algo que nunca podré olvidar: alegría, cariño, aprendizaje, chinchorro, oración, relaciones…son palabras que en Venezuela adquieren otro sentido y significado que en España.
Gracias a los Padres operarios, a la Parroquia de Guaricongo, a Hogares Crea, a los Padres Malagueños, a la gente de Caicara, a los jóvenes del Campamento, a los seminaristas con los que pude compartir unos días, y sobre todo, gracias a las personas que se arriesgaron a quererme y dejarse querer por mí, a los que se arriesgaron a compartir la intimidad de su vida, a los que se desprotegieron por dentro, a los que me enseñaron a aprender a amar con el corazón de Dios.
Una linda manera de empezar…
P.D:
…si das paso a los corazones sufrientes de las personas en tu propia vida, eso será aprovechado por Dios para moldear tu corazón a su estilo.
…si te arriesgas a vivir al aire y desprotegido, gozarás mucho y sufrirás mucho.
…si te arriesgas a amar con el corazón abierto a quien no lo esperas, Dios te revolucionará por dentro.
“Lo esencial de la vida se recibe”

Carlos Munilla.