09 noviembre 2005

“CAICARA, LA CARA BONITA DEL ORINOCO”


Aprovechando la visita a mis familiares en Venezuela he cumplido un sueño: conocer la Misión Diocesana en Caicara del Orinoco, compartir con los curas malagueños y con toda la gente bella a la que sirven.

Salimos muy temprano en la mañana desde Caracas y al cabo de 10 horas en coche –de norte a sur del país- por unas carreteras rectas y deterioradas en medio de la sabana, esteros y morichales, con un clima de 32º llegamos a Cabruta –estado Guárico- en adelante, me sorprendía la inmensidad del río Orinoco.

No sabía si estaba soñando o viviendo, si era realidad o un paisaje de cuentos, una obra de arte del mejor artista ante mis ojos: un cielo abierto y azul, con nubes dibujadas que permitían a trasluz del sol ver algunos matices rosas y ocres; como poco, el río verde-azulado con abundancia de agua, grande y pleno: de entre 5 a 8 Km. de ancho y un largo que recorre de oste a este todo el país.

Una hora después en barca a través del río llegamos a “La cara bonita del Orinoco”, como algunos coinciden en dar significado a “Caicara”. Han sido 11 horas en total por tierra y mar. A punto de desembarcar, la torre del campanario de la Iglesia, la sede del Ayuntamiento, las casas en la Costa nos advierten la alegría del encuentro.

Una población aproximada de 150.000 habitantes entre criollos e indígenas repartidos en una extensión geográfica 7 veces mayor a la provincia de Málaga. Luz, agua potable, teléfono, en ocasiones un lujo. Distancias dentro de la misma jurisdicción que pueden llegar a 500 kms por carreteras no siempre de asfalto.

Dentro de poco veinte años ininterrumpidos de la presencia de nuestros sacerdotes y lo que antes era una parroquia eclesiástica con sede en Caicara hoy se ha desmembrado en otras dos más: Morichalito y Santa Rosalía. Hay comunidades parroquiales consolidadas, con una vitalidad que a cualquiera en Europa podría sorprender. He encontrado unos curas generosos, que hacen vida comunitaria, comparten y son cercanos a la gente. Manolo Lozano con su cabellera blanca y su andaluz-caicareño, Antonio Collado – ahora venezolano por decreto – y Manolo Arteaga – con su buen humor, a veces de fontanero-, acompañados de Amalio que en su vejez sigue lleno de energías. Ellos a pesar de la “revolución” que avanza en el país siguen enamorados y decididamente misioneros.

Sirven a una comunidad que les quiere, que les ha adoptado y les cuida. De su apostolado ya han salido dos sacerdotes a la diócesis, seis seminaristas y una decena de religiosas…sin contar los muchos matrimonios, algunos de los cuales son catequistas y apóstoles del evangelio en las comunidades. No se diga de los laicos que integran los diversos grupos apostólicos

Estar en Caicara es sentirse interpelado por la sed evangélica de su gente, por la alegría, el dolor y la esperanza de los pobres de Yahvé. Por la naturaleza que no deja dudas a la existencia de Dios, una tierra rica en recursos minerales, en paisajes, joven y pujante. “Caicara, la cara bonita del Orinoco”… su gente, sus calles, sus montañas y ríos, una experiencia que aviva el corazón e invita a seguir viniendo a la misión.

César Guerra Ramírez

guecesar@hotmail.com

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